domingo, 20 de septiembre de 2015

Una historia para pensar en la paz



Gibrán Jalil Gibrán (1883-1931):

Es mundialmente conocido por dos libros de cuentos "El loco" (1918) y "El profeta" (1923). Comparto con ustedes este cuento titulado "Los dos ermitaños", donde podemos continuar con nuestra reflexión acerca de la pasión despertada por el odio y como puede conducir al individuo a adoptar las más aberrantes conductas inspiradas en una especie de fanatismo o terca conducta que no permite ni acepta los cambios propios del trascurso del tiempo y la sociedad.


Los dos ermitaños

Gibrán Jalil Gibrán

Tomado de: 
http://lecturagbs.blogspot.com.co/2009/06/2-los-dos-ermitanos.html 

En una lejana montaña vivían dos ermitaños que rendían culto a Dios y que se amaban uno al otro.
Los dos ermitaños poseían una escudilla de barro que constituía su única posesión.
Un día, un espíritu malo entró en el corazón del ermitaño más viejo, el cual fue a ver al más joven.
-Hace ya mucho tiempo que hemos vivido juntos -le dijo-. Ha llegado la hora de separarnos. Por tanto, dividamos nuestras posesiones.
Al oírlo, el ermitaño más joven se entristeció.
-Hermano mío -dijo-, me causa pesar que tengas que dejarme. Pero si es necesario que te marches, que así sea. Y fue por la escudilla de barro, y se la dio a su compañero, diciéndole
-No podemos repartirla, hermano; que sea para ti.
-No acepto tu caridad -replicó el otro-. No tomaré sino lo que me pertenece. Debemos partirla.
El joven razonó:
-Si rompemos la escudilla, ¿de qué nos servirá a ti o a mí? Si te parece, propongo que la juguemos a suerte.
Pero el ermitaño persistió en su empeño.
-Sólo tomaré lo que en justicia me corresponde, y no confiaré la escudilla ni mis derechos a la suerte. Debe partirse la escudilla.
El ermitaño más joven, viendo que no salían razones, dijo:
-Está bien: si tal es tu deseo, y si te niegas a aceptar la escudilla, rompámosla y repartámosla.
Y entonces el rostro del ermitaño más viejo se descompuso de ira, y gritó:
- ¡Ah, maldito_ cobarde! no te atreves a pelear, ¿eh?

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